La importancia de entrenar a tu equipo: clave del liderazgo clínico

Hay un dicho que dice:
“Ante la adversidad, las personas no se elevan a la altura de sus ideales, sino que caen al nivel de su entrenamiento.”

En el día a día de la clínica veterinaria, muchas veces dejamos de lado algo fundamental: entrenar y desarrollar a nuestro equipo.
Nos centramos en el trabajo clínico, en atender a los pacientes y a sus familias, pero olvidamos que el verdadero motor de una clínica sólida es su equipo y la forma en que funciona unido.

La formación en veterinaria: más allá de la especialización

Es habitual que quienes muestran interés por una especialidad busquen formarse por su cuenta: hacen cursos, asisten a congresos o se especializan en un área concreta. En algunos casos, somos nosotros como líderes quienes detectamos ese potencial y enviamos a alguien a formarse para fortalecer los servicios de la clínica.

Todo eso está muy bien. Pero…

• ¿Cuántas veces pensamos en entrenar al equipo como conjunto?
• ¿Cuántas veces dedicamos tiempo a revisar cómo funcionamos como unidad?

La respuesta suele ser: muy pocas. Y el motivo principal es no darle la importancia que merece.

Entrenar juntos no es perder tiempo, es ganar cohesión

Dedicar tiempo a que el equipo entrene junto no es una pérdida de productividad ni un gasto innecesario. Es una inversión en la eficiencia, la comunicación y la resiliencia del grupo.

Cuando entrenamos en equipo, engrasamos los engranajes que nos permiten trabajar mejor frente a las adversidades.
Fortalecemos los vínculos, reforzamos la cultura interna y recordamos lo que de verdad importa: trabajar unidos para ofrecer la mejor atención posible.

Y cuanto más frecuente e intenso sea ese entrenamiento, más fácil será enfrentar los retos clínicos y emocionales que surgen en el día a día de una clínica.

No basta con una formación inicial

Instruir al personal durante las primeras semanas del contrato no es suficiente. El aprendizaje continuo es parte del liderazgo clínico.
Nuestros equipos están formados tanto por personal clínico como no clínico, y con frecuencia la formación se centra únicamente en los perfiles veterinarios o auxiliares técnicos.

Esto genera una brecha entre áreas del mismo equipo que deberían estar alineadas. Un liderazgo efectivo busca justamente cerrar esa distancia y crear una cultura compartida, donde todos —desde recepción hasta quirófano— entiendan y practiquen los mismos valores.

Cómo empezar a entrenar al equipo de forma sencilla

Entrenar al equipo no tiene por qué ser caro ni complicado.
Con planificación y constancia, una sesión conjunta cada dos o tres meses puede marcar una gran diferencia.
Solo hace falta elegir un tema relevante, dedicarle una hora y fomentar la participación. Incluso con roleplays o simulaciones se pueden generar aprendizajes valiosos.

Algunas ideas de temas útiles para clínicas veterinarias:

• ¿Cómo actuaremos ante una queja por costes de tratamiento? ¿Qué mensaje común ofreceremos como equipo?
• ¿Cómo acompañaremos a una familia durante el proceso de eutanasia de su mascota?
• ¿Cómo responderemos, paso a paso, cuando llega un paciente inconsciente a la clínica, desde la recepción hasta la RCP?

Estos ejercicios no solo ayudan a mejorar la coordinación, sino que permiten detectar puntos débiles que pueden solucionarse con ideas del propio equipo.

Claves para organizar una sesión de entrenamiento

1. Elige una persona encargada. No tiene que impartir el tema, pero sí movilizar al equipo, fijar la fecha y asegurarse de que todos participen.
2. Define el objetivo. Aclara que la intención es mejorar juntos, no señalar errores pasados.
3. Documenta lo aprendido. Redacta un breve protocolo con las conclusiones y compártelo.
4. Planifica la siguiente sesión. Antes de terminar, fijad fecha y responsable para el próximo entrenamiento.